Todo lo que hacemos cuenta

Además de mi trabajo como terapeuta, proveo capacitación a equipos ejecutivos para ayudarles a facilitar su sinergia profesional. Uno de los errores más serios que cometen los ejecutivos es creer que su comportamiento en el trabajo no refleja quiénes son en realidad. Parece que piensan que son inmunes de las consecuencias personales de comportarse agresivamente, arrogantemente o egoístamente cuando interactúan con sus colegas. Una de las primeras lecciones que enfatizo durante este seminario es que “todo lo que hacemos cuenta”.

No podemos asumir, por ejemplo, que nuestra vida profesional no está conectada íntimamente con quiénes somos como individuos. Muchos ejecutivos justifican su comportamiento inapropiado en argumentos como “Ésa es la manera en la que se hacen las cosas aquí”. El mensaje implícito es: ”Éste es sólo mi comportamiento profesional, no es quien soy yo realmente”. Eso, simplemente, no es verdad.

Una de las preguntas que forzan a las personas a examinar su comportamiento profesional es, “¿Aconsejarías a tus hijos actuar de la manera en la que tú actúas en el trabajo?”. Casi siempre la respuesta es “No”. Entre dientes, sin embargo, la mayoría murmulla: ”Pero no es la misma cosa”. Mientras que el contenido de la relación es obviamente diferente, los principios y los valores subyacentes son los mismos.

Independientemente de dónde estamos siempre se trata de qué tipo de persona somos. No podemos sermonear a nuestros hijos, por ejemplo, sobre ser honestos en la escuela mientras somos deshonestos con nuestro jefe y compañeros. Frecuentemente, exigimos a nuestros hijos comportamientos que nosotros mismos no podemos sostener.

Cuando entendamos que somos los primeros profundamente afectados por las consecuencias de nuestro comportamiento, naturalmente nos volveremos más atentos a lo que hagamos. Cuando lastimamos a otra persona, por ejemplo, ya sea esa persona un subordinado, un familiar o un niño que empaca nuestros víveres generamos un impacto inconsciente dentro de nosotros mismos. Por lastimar a otra persona dejamos una mancha dentro de nuestras psiques. De una u otra forma, esta mancha literalmente colorea nuestras percepciones. Podríamos volvernos inesperadamente agresivos con otras personas que están tratando de “lastimarnos”, quedar absortos en sentimientos de culpa y remordimiento o forzarnos a volvernos insensibles a los demás como medio de auto-protección. De una u otra forma, nuestro comportamiento generará consecuencias que influenciarán nuestra paz mental.

Es una verdad simple que si nos comportamos “correctamente” seremos más felices. Si creamos turbulencia en nuestras vidas, ya sea en el trabajo, en el hogar o en la calle descubriremos que la vida es una lucha. La próxima vez que interactúes con alguien querido, un subordinado, un compañero, un jefe, o la señora que limpia, ten en mente que todo lo que haces cuenta.